¿Alguna vez has sentido desconcierto por los cambios de humor de tu hijo o hija adolescente? ¿Te preguntas por qué a veces parece que todo lo que dices le molesta, o por qué toma decisiones que a ti te parecen arriesgadas o sin sentido? Muchos padres y madres se sienten igual.
La adolescencia es una etapa tan fascinante como desafiante, plagada de cambios no solo físicos, emocionales y conductuales, sino también cerebrales. Entender lo que ocurre en el cerebro adolescente puede transformar la forma en que acompañamos a nuestros hijos e hijas en este apasionante – y a veces desconcertante – proceso de crecimiento.
¿QUÉ OCURRE EN EL CEREBRO?
El cerebro adolescente está en plena transformación, ¡Como si estuviera en obras! Aquí tienes algunas claves para entenderlo:
- Poda sináptica: Imagina que el cerebro hace una limpieza general, elimina las conexiones que no usa y refuerza las que sí. Así se vuelve más eficiente, aunque a veces parezca que va “a medio gas” en algunas áreas. Se está reorganizando y adaptando, preparándose para la vida adulta.
- Desarrollo desigual: Dos zonas clave trabajan a ritmos diferentes. Por un lado, el córtex prefrontal (la parte que nos ayuda a planificar, tomar decisiones y pensar en las consecuencias) todavía está “en construcción”. Por otro lado, el sistema límbico (el centro de las emociones y la búsqueda de recompensas) está hiperactivo. ¿El resultado? Mucha emoción y poca reflexión, especialmente cuando hay amistades o retos de por medio.
- Búsqueda de nuevas experiencias: En esta etapa, su cerebro les empuja a probar cosas nuevas y asumir riesgos. Además, la opinión de los amigos y amigas lo es todo: sentirse parte del grupo o impresionarles se convierte en una necesidad casi vital en esta etapa. Por eso, muchas veces actúan pensando más en impresionar a sus iguales que en lo que es acorde a sus creencias y valores.
EMOCIONES Y TOMA DE DECISIONES
¿Notas que tu hijo o hija se enfada, se emociona o se entristece “de golpe”? No es solo cosa de hormonas:
- Impulsividad: La parte del cerebro que ayuda a pensar antes de actuar aún se está desarrollando, así que es normal que les cueste controlar los impulsos o planificar a largo plazo.
- Reactividad emocional: Las emociones se viven de forma muy intensa y pueden cambiar rápidamente. Algo que en la etapa adulta parece pequeño, en la adolescencia puede ser realmente importante en ese momento.
- Influencia de los iguales: El grupo de amigos y amigas es su mundo. Muchas decisiones (buenas y no tan buenas…) están marcadas por el deseo de pertenecer y ser aceptado/a
CÓMO PODEMOS ACOMPAÑAR
Sabemos que la adolescencia puede ser una etapa de dudas para madres y padres. Aquí tienes algunos consejos prácticos para marcar la diferencia y fortalecer el vínculo con tu hijo o hija:
- Comunicación abierta: Esta comunicación actúa como los pilares de la relación, no solo se utiliza cuando hay un problema. Escucha de verdad, sin interrumpir ni juzgar, y valida lo que siente, aunque no lo compartas. A veces, solo necesitan sentirse escuchados/as.
- Límites claros y razonables: Las normas dan seguridad, pero también es importante dejar espacio para negociar y ganar autonomía poco a poco. Explica el porqué de las reglas y sé coherente con ellas: eso les ayuda a aprender a autorregularse.
- Autonomía y responsabilidad: Aunque cueste, deja que tomen decisiones acordes a su edad y que asuman las consecuencias, tanto buenas como malas. Estás ahí para acompañar y educar, no para sobreproteger. Aprender de los errores es una de las mejores formas de crecer ¡Ya lo sabemos los adultos/as!
- Empatía y paciencia: Recuerda cómo te sentías tú en la adolescencia, seguro que había momentos de contradicción y cambios de humor, igual había momentos en los que te costaba expresar lo que realmente sentías… Pero sin duda, la comprensión y la empatía que pueden brindar los padres y madres será su mejor “colchón” y “amortiguador” emocional.
- Las madres y padres somos sus modelos de confianza: Tu hijo o hija aprende mucho más de lo que ven en ti que de lo que les dices. Si gestionas el estrés y las emociones de forma saludable, pides ayuda cuando la necesitas y hablas abiertamente de tus dificultades, les estás enseñando a hacer lo mismo.
SEÑALES DE ALERTA Y CUANDO PEDIR AYUDA
Prestar atención a ciertos cambios es fundamental para proteger su bienestar. Algunas señales que deben ponernos en alerta son:
- Aislamiento social extremo o tristeza que no desaparece.
- Cambios muy bruscos de humor, irritabilidad constante.
- Autolesiones o conductas autodestructivas.
- Bajo rendimiento escolar o abandono de actividades que antes disfrutaba.
- Cambios en los hábitos de sueño o alimentación.
- Expresión de ideas negativas, desesperanza o comentarios sobre no querer vivir.
Si detectas alguna de estas señales buscar ayuda profesional puede ser una opción. Pedir apoyo no es un fracaso como madre o padre, sino una muestra de amor y responsabilidad.