Tener un hijo o hija comporta una gran satisfacción personal, pero, sin duda, también requiere de mucha implicación y grandes sacrificios, en ocasiones puede ser abrumador. Nadie nos preparó del todo para el cansancio, las dudas o esa mezcla de amor inmenso con miedo que a veces aparece.
Aun así, muchas veces creemos que tenemos que poder con todo, que si pedimos ayuda, estamos fallando. Pero no es así.
Criar en tribu
Las personas somos seres sociales por lo que desde siempre hemos vivido en comunidad, compartiendo tareas, consejos, risas y desahogos. Tener una red de apoyo no es un lujo es una necesidad, que contribuye y fortalece nuestra capacidad de cuidar y nuestro bienestar.
La crianza compartida permite:
- Tomar pausas para descansar y/o espacios de autocuidado
- Escuchar otras estrategias y experiencias
- Compartir emociones, preocupaciones y alegrías con otras personas adultas
- Sentirnos vistos y sostenidos en los momentos de cansancio
Antes, las familias vivían más cerca unas de otras. Siempre había una persona cerca que estaba dispuesta a echar una mano, nadie tenía que hacerlo todo sin ayuda. Se compartían los cuidados, se escuchaban los desahogos y se contaba con apoyo.
Hoy en día, en ocasiones estamos lejos de la familia, o vivimos en ciudades donde conocemos menos a las personas que viven a nuestro lado. En esta situación crece el cansancio, la culpa y la sensación de que nada de lo hagamos es suficiente. Pero no es así. No estás fallando. Estamos criando con menos apoyos.
¿Qué es una red de apoyo?
Una red de apoyo son esas personas que están ahí cuando más lo necesitas. Además de familiares también pueden ser:
- Otras mamás y papás que comparten sus experiencias o que escuchan lo que sientes sin juzgar, te comprenden, están en la misma situación que tú
- Amistades que se ofrecen a cuidar un rato a tú bebé, o te escuchan cuando necesitas contar cómo te sientes
- Profesionales que te orienten o te acompañan emocionalmente
La red de apoyo no hace desaparecer el cansancio, pero lo hace más llevadero. Nos recuerda que no tenemos que hacerlo todo solos o solas:
- Porque cuando tú estás bien, tu hijo o hija también lo está
- Porque hablar con otras personas que están en la misma situación que tú alivia mucho. Te das cuenta de que no eres la única o él único que se siente así
- Porque nadie puede estar disponible todo el tiempo sin un respiro. Todas las personas necesitamos descanso, apoyo y ayuda
- Porque pedir ayuda es un acto de amor propio y de responsabilidad, pedir ayuda es un acto de valentía
Algunas ideas para sentirnos acompañados y acompañadas en esta gran labor
Habla con esa persona de confianza, tu pareja, un familiar… En ocasiones las personas que nos rodean no se dan cuenta de que estamos necesitamos ayuda
Piensa que tipo de ayuda te haría sentir mejor, ¿una tarde para dormir? ¿Alguien que te escuche? ¿Comida preparada?
No tienes que poder con todo. La idea de la madre o el padre que lo hace todo sin cansarse no es real. Si hoy sientes que llegas al límite, date un momento. Respira. Habla. Pide ayuda.
Durante la infancia, los hijos e hijas requieren muchos cuidados de sus padres y madres. Por este motivo, puede resultar complicado encontrar espacios para el autocuidado, por lo que es fundamental buscar y aceptar el apoyo y la ayuda que pueden brindar otras personas o algunos servicios. Es posible poner en marcha diferentes estrategias de autocuidado que favorezcan nuestro bienestar personal, repercutiendo en la satisfacción que tenemos respecto a nuestro papel de madres y padres.
Pedir ayuda te permite ofrecer a tu hijo o hija una crianza más saludable y consciente. Criar en tribu es una forma de cuidado mutuo y de construir comunidad.
Cultivar tu red de apoyo es también un acto de amor hacia ti y hacia tu familia.